suspensivos

lo que hay

lunes, abril 28, 2003

blogs

Nunca he sido muy amiga de navegar por Internet, me aburre bastante eso de ir de una página a otra; cuando lo hago no me puedo quitar de encima esa especie de sensación de que hay otras cosas más interesantes y gratificantes que hacer. Normalmente, sólo visito las páginas imprescindibles por el trabajo o que me recomienda algún amigo, pero la mayoría acaban en el saco de mi olvido.

Hasta que descubrí los blogs, ese árbol de múltiples ramas, hilos y hebras enlazados. Amigos, conocidos, desconocidos, gentes con cara y nombre, gentes anónimas que me fascinan con sus pensamientos, sus hazañas, sus bromas, sus pequeñas y grandes cotidianidades...

Algunos pretenden ser someros, una especie de bloc de notas, un poco impersonal, pero en medio de sus “ayer compré un..., esta mañana he ido a...” entreveo sus tribulaciones o deseos. Otros hablan de las cosas que les gustan, que les preocupan, que les han impresionado o emocionado... Otros son directos, profundos e íntimos espejos reflejando el ánimo de la persona que lo escribe.

Me asombran esos blogs, pensar cómo alguien es capaz de desnudarse así ante el mundo, ante mí, una desconocida que pasa por allí. Pienso que a lo mejor conocería a esa persona e, incluso después de largas conversaciones, no llegaría a saber qué siente realmente. Supongo que el teclado es nuestro aliado cuando la soledad pesa demasiado. Y la red es tan grande, tan anónima, tan acogedora...

Tenemos (tengo) esa tendencia a ignorar a la gente que está alrededor de mí cuando ando sola por la calle, o voy en el metro, o estoy en un bar. Cuesta imaginar que no son bultitos, que son personas con su propia vida, sus enfados, sus exámenes, sus platos favoritos... Desde que leo esos blogs anónimos pienso más en ellos. Quizás esa señora gorda de la esquina sea la que ayer casi me puso la piel de gallina leyendo sus secretos, quizás el cajero del banco sea el que esta mañana me ha hecho sonreír pensando “qué tontería!”, quizás el comercial que acaba de subir al tren –porque con ese aspecto, seguro que es comercial- sea el que escribe poesías en su página.

Me imagino que pronto –si no lo han hecho ya- algún sociólogo o psicólogo estudiará este mundo y nos veremos convertidos en conclusiones y gráficos en la página de algún periódico, o seremos comentados en el break de alguna ponencia. A saber de qué color y en qué columna estará éste.

Este blog ya no es mío, ni el otro es suyo. En esta telaraña de sentimientos que tejemos entrada a entrada (escúchame), comentario a comentario (estoy aquí), formamos parte los unos de los otros, nos exponemos y nos regalamos. A mí me gusta.

miércoles, abril 23, 2003

Sant Jordi

Hoy es Sant Jordi, un día especial en Catalunya porque es nuestro patrón, el día del libro y el día de los enamorados.

En Catalunya se vive este día de una manera muy intensa, mucho más que en el resto del país, material (las cifras de ventas de libros en estos días son tan mareantes que han llegado a anular la feria del libro) y emocionalmente. Por la calle se respira un ambiente especial, es como si fuera fiesta; me recuerda a mis domingos de cuando era pequeña, esos domingos de primavera que esperaba ansiosa para estrenar los zapatos nuevos, para que me tocara a mí ponerme de espaldas al jugar a “este trozo para quién?” cuando mi madre repartía el brazo de gitano, para rondar por ahí con la bici o cazando bichos hasta más tarde ”déjanos un poquito más, mamá, todavía es de día... vaaa...”.

Leer es uno de mis grandes placeres, hay tantas cosas por sentir, por vivir, por aprender... Me gusta pasear por las paradas de libros, hojearlos, olerlos, constatar feliz que nunca se terminarán, que siempre habrá algo que leer, pensar que ahora mismo hay alguien poniendo una letra detrás de otra, una palabra junto a otra, para contarme algo, para emocionarme o hacerme sonreír.

Últimamente, algunos blogs hablan de sus libros predilectos. Yo me siento incapaz de hacer una lista de ésas, sé que mientras la estuviera escribiendo, estaría pensando “y éste, y aquél tan tierno, y el que leí cuando era pequeña, y el que estoy leyendo ahora, y ése otro tan tonto pero tan bien escrito, y...”  y seguro que cuando la hubiera terminado y enviado, me dolería haber olvidado tantos. Supongo que me sería más fácil hacer una lista de los que no me han gustado, pero ellos no tienen la culpa.

También me gusta ver a las parejas, quizás hoy más enamoradas, porque es su día. Se supone que una persona racional como yo no tendría que dejarse arrastrar por estos convencionalismos comerciales, pero qué más da, es bonito ver a tantas mujeres con los ojos brillantes y una rosa en la mano. Las miro con un poco de envidia, en ese sentido nunca he tenido un Sant Jordi de verdad. Quizás el año que viene...

Pero bueno, tampoco es tan importante, hay tantas cosas que me hacen feliz... y libros, montones de libros. Hoy es un buen día.

lunes, abril 21, 2003

Presupuesto

Como ya he dicho más de una vez, que formo parte del experimento que inspiró a los guionistas del Show de Truman. Últimamente ando un poco preocupada, he descubierto algunas cosas que me hacen pensar que la productora no anda muy bien de dinero y ha tenido que reducir gastos. No sé si es debido a malas inversiones o a que la audiencia ha bajado, y no sé qué me asusta más... porque si es cuestión de malas inversiones, igual eliminan el programa y ya me dirás qué va a ser de mí..., pero si es cuestión de audiencia, igual se les ocurre estropearme algo en casa y madarme una cuadrilla con los Matamoros, Lecquio, Loli Álvarez y Ricardito Bofill disfrazados de fontaneros y albañiles, para darle salsa a la cosa… temblando estoy.

Lo que ha disparado la alarma es que me he dado cuenta de que han despedido a mucha gente. Primero fueron los restaurantes con sist… bueno, vale, no les llamaré restaurantes… los sitios de comer con sistema americano, que anda que no me costó acostumbrarme a recoger la bandeja antes de irme… creo que hubiera sido más efectivo que hubieran puesto una grabación de la voz de la monja encargada del comedor de mi colegio: “¡Cristina, tu plato!”

Después fueron las taquillas del tren y del metro. Con lo bien que iba, que podías preguntar a la persona de la ventanilla lo que fuera y se le entendía todo… Ahora necesitas un billete y tienes que ir un par de horas antes, para estudiarte todos los carteles y saber bien qué tipo de billete necesitas, de cuántas zonas, para cuánta vigencia, de qué color, etc.

Pero la reducción de personal que más me angustia es la que ha afectado al tema de los teléfonos. Antes, llamaba a cualquier sitio y me atendía una persona más o menos amable (todos tenemos días y los artistas, más -no hay que olvidar que son actores-), pero real. Ahora, llamo por teléfono y casi siempre sale un robot. Un robot, además, bastante borde. De entrada, la primera vez, me soltó eso de “si dispone usted de teléfono de teclas que funciona por marcación de tonos, pulse almohadilla”. Deducir si disponía de un teléfono de teclas ya me costó un buen rato –venga pensar qué tenía mi teléfono distinto o igual a los demás para concluir si era de teclas o no- pero llegar a saber si funcionaba con marcación de tonos…uf!... “¡funciona marcando números!” le grité a la voz, pero hacía como que no me oía y, encima, con los nervios de las prisas (“venga, venga piensa rápido, venga, que esto gasta, ay ay, ¿qué hago? venga, date prisa, a ver si se va a cortar…”) no me podía concentrar. Entonces me dije “es igual, tú pulsa almohadilla igualmente, si acaso, la voz ya te dirá que de qué vas”. Pero claro ¿qué almohadilla? Porque hay que tener muy buena voluntad para ver una almohadilla en ese cuadradito de rayas salidas (que luego me enteré que era eso). Y mucha mala leche poniendo nombres.

Bueno, así que pulso “cuadradito de rayas salidas” (me niego a llamarle “almohadilla”) y pienso que se acabó el adivinar, Já já já. La voz, sin perder ni un ápice de moral, me suelta “para averías, pulse 1, para hablar con un comercial, pulse 2, para información de nuestras promociones, pulse 3”. ¡Y yo qué sé con quien quiero hablar! Tengo un problema, pero no una avería, no quiero comprar nada y me importan un rábano las promociones ¿a qué número le doy?. Soy una persona a la que le cuesta bastante decidir cuando hay más de una opción. Por suerte, tengo un recurso que se ha demostrado infalible en las grandes decisiones de mi vida: “zapatito blanco, zapatito azul…” Total, que me sale el 1 y pulso 1 y, de repente, es como si hubiera viajado a la dimensión desconocida, toda la frialdad e indiferencia entre las que he zozobrado hasta entonces se derriten en un mar de caramelo: “buenas tardes, le atiende Eduardo García, operador 5739, 23 años, mido 1’80, rubio como la cerveza, en realidad este trabajo sólo es para pagarme los caprichitos mientras termino la carrera –empresariales, aunque a mi padre le hacía ilusión que estudiara medicina, pero ya se sabe, los hijos nunca hacemos lo que los padres quieren-, me gustaría trabajar en un banco, casarme y tener dos hijos, pero aún soy muy joven para comprometerme ¿en qué puedo ayudarle?”.

Vaaaleee, de acuerdo, igual no es exactamente así, pero es que se agradece tanto oír una voz real… Pero bueno, que nadie se haga ilusiones, evidentemente, Eduardo no puede ayudarme y me aconseja que vuelva a llamar para hablar con un comercial. Lo que pasa es que cuando pulso 2 me ponen “el golpe”, versión carillón (tarariro tarí tará…) y una voz que cíclicamente me repite ”en estos momentos todos nuestros operadores están ocupados, rogamos permanezca a la espera y enseguida le atenderemos”. De momento, sólo llevo nueve días llamando. Me han dicho que una amiga de un amigo de un primo del vecino de un amigo mío consiguió hablar con ellos en menos de seis meses. Seguiré esperando, al fin y al cabo, tampoco me afecta en nada, tengo mucha paciencia y nunca me pongo nerviosa. Por mucho que mis hijas digan que no, yo creo que los tics y ese mechón blanco ya los tenía de antes. Y los ojos no están vidriosos, es que siempre los he tenido brillantes.

Aunque… claro… total… quizás antonio david y paco porras tengan una conversación interesante… podría estropear algo yo misma en casa… igual lo de la cuadrilla tampoco estaría tan mal… igual sólo serían un par de meses… así podrían contratar a más gente… y se me iría el tarariro tarí tará… de la cabeza… mmm… y, bueno, siempre me queda el juego de cuchillos que me compré compulsivamente el otro día...

lunes, abril 07, 2003

KoRaZoe

Informo, a quien interese, de que se ha inaugurado el blog de Cora. Por nombre le ha puesto uno de sus nicks (korazoe), formado por sus dos nombres propios preferidos: Cora (con grafía adolescentil, claro) y Zoe.

Ya me permitiréis que me salte el orden alfabético y la ponga primera en los enlaces ¿verdad?

Cristina, con babero.

viernes, abril 04, 2003

Grandes descubrimientos

Seguro que habréis pensado: “anda, la Cristina, cuánto tiempo sin escribir…! ésa lo que es es una vaga de cuidado…!”. Pues noííjanó, que diría el insigne Ozores (autor, entre otras tesis, del tratado “Mil maneras de poner nerviosa a Cristina”), todo este tiempo he estado pensando. Y he hecho un gran descubrimiento (no, descubierto no, eso es lo de las cuentas del banco –que, bueno, también tengo, pero no creo que ahora venga al caso).

He descubierto (anda! a ver si va a resultar que sí venía al caso… hmm… un momento que voy a buscar el diccionario de sinónimos). Decía que he hallado (uy, no, no es lo mismo…) bueno, he loquesea una cosa: que lo peor que le puede pasar a uno (y a mí, si estoy cerca) es tener mucho tiempo y poco trabajo.

Un ejemplo claro está en la jefa de mi amiga (sí, esa amiga que –casualmente- se llama como yo). Su coexistencia laboral se basa en una desmesurada proporcionalidad inversa; cuanto menos trabajo tiene su jefa, más cargada va ella (no, de copas no, que ya dejó el régimen aquél). Y, bueno, este hecho dificulta bastante su relación digamos amistosa. Ahí está mi amiga, ojos enrojecidos fijos en el monitor, intentando averiguar por qué si la celda tiene la fórmula bien aplicada el resultado no es el que debería ser, o cómo –rayos- le tiene que decir al gráfico que los datos que quiere que recoja son los que ella le dice y no los que él quiere (por muy bonitos que queden los colores así), o… en fin, cualquier tontería de esas con las que se obstina en pasar el rato; y ahí está su jefa, haciend… escrib… llamand… bueno, ahí está su jefa.

A la jefa le gusta mucho el interfono. Que las separen dos o tres metros y que hable a gritos mirando a mi amiga, de espaldas al aparatito, es irrelevante, mantienen largas conversaciones por esa vía (básicamente, son largas porque el tener que vocear para que su jefa la oiga a través del cristal, les añade la diversión de repetirlo todo un mínimo de tres veces –aunque debo decir, en descargo de su jefa, que alguna vez la comprensión dialectal se ha visto favorecida por el hecho de que ha desconectado el interfono “espera, que apago esto, que no me deja oír”). Un ejemplo de interesante charla es la que reproduzco a continuación (para entendimiento del lector, aclaro que “jefa” es la jefa y “ella” es ella):

jefa: -que quería mirar una cosa de una web pero clico encima y no se me abre nada
ella: -¿te sale la manita?
jefa: -¿qué?
ella: -que si te sale la manita
jefa: -¿cómo?
ella: -si ves una manita!!
jefa: -¿si tengo qué?
ella: -la flechita esa que se mueve cuando mueves el ratón, ¿se te convierte en manita cuando te pones encima de la cosa?
jefa: -¿qué cosa? ay, no te oigo…

Como se puede deducir fácilmente, todas sus pláticas vía interfono terminan con ella dejando para más adelante sus peleas con ese excel tan urgente para levantarse e ir a ver qué le pasa a la manita de jefa.

ella: -a ver, ¿dónde quieres entrar?
jefa: -no, quería ver esto tan interesante, pero no se me abre nada
ella: -mueve el ratón por la zona hasta que la flecha se te convierta en una mano pequeña… ¿ves? ahora clicas.
jefa: -ah, vale! clico cuando sale la manita!
(claro, si es que ella también es la pera, haberlo dicho!)
jefa: -es que mira qué interesante: “Semana Santa en Roma por 340 euros”, está tirado.
ella: -ah, ¿vas a ir a Roma?
jefa: -¿a Roma? no ¿por qué?
ella: -…
jefa: -por cierto, mi hijo le ha regalado un viaje a su mujer que bla bla bla…
(raudal de blablases –que a ella le interesa tanto como el cambio del rand sudafricano- amenizado por intercalaciones de ella [“aha” “humm” “oh” “je” “ah”], un poco nerviosa pensando que, espera, a ver si no me salía porque igual no he tenido en cuenta la segunda columna y que ostras, no he guardado el trabajo, a ver si se va a ir la luz mientras tanto y voy a tener que empezarlo de nuevo).
jefa: -bla bla bl… oye ¿cómo tienes aquel informe? supongo que estará ya ¿no?
ella desaparece por el foro, entre convulsiones de hombros.

Otros ejemplos de inicios de sugestivas conversaciones pueden ser “mira qué bultito me hace la falda aquí”, “¿has visto el chiste del periódico?”, “¿crees que estos libros quedarían mejor en esta estantería?”, “¿viste ayer hotel glamour?”, “¿puedes escanear estas fotos de mis nietos?”, “este cajón parece que no encaja bien”…

En mis investigaciones, he llegado a la importante conclusión de que tener exceso de tiempo libre produce graves lesiones en los nervios auditivos y ópticos que pueden llegar a producir sordera y ceguera. Para comprobarlo, basta con dos experimentos:

Experimento A
Se trata de ponerse en actitud de “estoy trabajando como un loco, qué de culo voy, esto tiene que estar dentro de media hora y no tengo ni la mitad”. El trajín originado resulta un atractivo irresistible para el desocupado, que acudirá veloz a dar conversación. Se podrá observar, entonces, que el sujeto parece no oír nuestros comentarios de “vale, vale, después hablamos” y parece no ver que nos hemos vuelto de espaldas, en un gesto que se podría interpretar –si no estuviéramos realizando un experimento- como de falta total de consideración social.

Experimento B
Entrar en una lista de correo, sacar algún tema irreconciliable (“guerra en Irak”, “el gobierno”, “redacción de normas para regular el funcionamiento de algo”, “aspectos estéticos de la clonación humana, ¿a quién clonar? ¿al padre –moreno y cachas- o a la madre –rubia y esbelta?”, etc., aunque, últimamente, parece ser que el asunto "Re:Re:Re:Re:Re:Re:Re:" también está dando bastante de sí) y esperar. Es otro cebo que nuestro conejillo de indias no podrá resistir y se dedicará a escribir largos correos manifestando su opinión. Se podrá observar, entonces, que el sujeto parece padecer un tipo de ceguera y sordera selectivas que, si bien le permiten leer los correos de los demás, le producen la incapacidad de apreciar en ellos las llamadas a que abrevie, a que recapacite o a que se calle.

Y aquí termino por hoy mi disertación. ¿Larga? bueno, ya he avisado que no hay nada peor que estar cerca de alguien que tiene demasiado tiempo libre… Si se me permite, voy a seguir pensando…