suspensivos

lo que hay

jueves, noviembre 28, 2002

Mareos

El otro día leí que usar el móvil en los trenes es muy malo, porque las ondas (electro-noséqué, seguramente) chocan con las paredes y rebotan de un lado para otro, causándonos, a los inocentes pasajeros, tumores malignos, picores, despellejamientos y no sé qué más.

Pero digo yo ¿qué hay, de los perfúmenes matutinos? Ir en tren de buena mañana supone ser bombardeado por cientos de diferentes ô de algo, uno al lado, otro al frente, otro que pasa… Mareos de alta mar, by Christine T. Hodes.

Los compañeros de mi amiga

Mi amiga tiene unos 12 compañeros de trabajo. Todos pensareis “no está mal, con tanta gente, seguro que alguno habrá que sea coleguilla suyo”. Pues no, ya sabéis que mi amiga es un poco… especial.

Mira que se esfuerzan en hacerse amigos suyos, pero ella es como muy creída y siempre toma esa actitud distante de autosuficiencia. Cuando salen temas fascinantes de conversación, intentan –tenaces- que se integre, pero ella sieeempre se hace la interesante. El otro día, sin ir más lejos, se negó a participar en una discusión sobre si una pareja de gran hermano tenía o no sexo debajo del edredón. Imaginad, todos en plan amigo, dando su opinión –siempre basada en hechos contrastados, claro- y ella en plan autista, haciendo como que tenía trabajo.

Cristina (sí, ya sabéis que –casualmente- mi amiga se llama como yo) va de solidaria por la vida; que si oenegés, que si colaborar, que si integración… pero ya se sabe, a este tipo de gente, a la hora de la verdad, siempre se les ve el plumero. Que se lo pregunten a Pili, si no, cuando intenta explicarle que, a pesar de que su marido no trabaje y de que sus hijas sean mayorcitas, se levanta cada día a las y media y se acuesta a las quinientas, para dejar todo recogido, las camas hechas, replanchar la ropa que sus hijas han ido tirando por el suelo, sacar a la perrita... Mi amiga, en lugar de mostrar un poco de empatía, le suelta que no soporta el rollo, que la vida que Pili se ha buscado le importa tanto como que los churros lleven maizena. Yo entiendo a Pili, en el fondo, su familia sólo quiere que se sienta útil y ella lo acepta de buen grado, porque hay amor. Y eso es lo que le debe de doler a mi amiga, que sus compañeros tengan una vida llena.

Pili, al sentirse realizada como persona y como mujer, es la que más se preocupa por mi amiga y no ceja en su empeño de integrarla al grupo. Normalmente, va radiando lo que hace, para que mi amiga se sienta implicada. También, a veces, le lee pacientemente reglamentos y disposiciones del BOE. Pero mi amiga es imposible, en lugar de mostrar agradecimiento, resopla y se hace la loca. Y dale con los resoplidos. Vale que a lo mejor no le interesa ni afecta un pepino el contenido de la lectura, pero digo yo que mejor voluntad podría mostrar, no? Además de la cultura que podría absorber, claro. Insoportable!

Pero qué quieres… si es que no da más de sí...

lunes, noviembre 25, 2002

Querer lo que (no) se quiere

Es curioso lo distinta que puede ser la visión de una cosa según la persona que la contempla. Pero incluso en la misma persona, según el día o según el momento del día, sobre todo si esa persona soy yo.

Leo el blog de mi amiga Emma y no puedo dejar de contestar su entrada del día 21. Y voy a personalizar, claro.

Necesito a mucha gente pero creo que no necesito a “nadie” en el sentido que ella le da a ese pronombre (o en el que creo que le da). No necesito que “nadie” forme parte de mi vida, de mis pensamientos, de mis ilusiones. Reivindico mi derecho al sentimiento de autosuficiencia (que) suple cualquier atisbo de complicidad, de compañía, incluso de cariño.

Intento pensar por qué. La vida, vista en general, es muy corta, pero vista día a día, momento a momento, tic-tac a tic-tac, es muy larga. Y creo que tenemos demasiada prisa por vivirla. Parecemos predestinados a vivir en pareja, y lo que se aleja de los tópicos –o de la normalidad- nos asusta. Nos da miedo que pase el tiempo y estemos solos. Nos da miedo estar solos, pero ¿quién dice que ese “nadie” es el mejor remedio para la soledad? Por lo que he visto, ese “nadie” es, normalmente, el causante de las peores soledades.

Supongo que los especialistas entre líneas leerán que soy una persona amargada, desalentada, desengañada, con miedo a nuevas relaciones, con miedo a entregarme y toda esa historia, pero no. Soy una persona abierta, llena de ánimo, de optimismo y de esperanza. Creo que los desengaños, los palos, nos hacen sacar fuerzas de donde pensábamos que ya no había y nos robustecen. Pero no se puede negar que cansan y, a veces, se está tan cansado que la opción soledad/”nadie” no admite discusión.

Hay quién quiere querer lo que no quiere, dice Emma. Yo quiero querer lo que quiero, y quiero querer y que me quieran, porque el sentimiento de amar y de sentirse amado es quizás el mejor que corre por estos condicionantes nuestros. Bueno, no “quizás”, sin duda alguna. Pero no por “nadie”. El amor de y por “nadie” siempre es un amor condicionado, interesado, dependiente, absorbente y, en cierta forma, anulador. Ojalá no fuera así.

Lo que sí quiero y necesito (y espero) tener es la complicidad y el cariño de mis amigos, de mi familia, de mis hijas. Creo que ese sentimiento es mucho más sincero que el que te pueda dar “nadie” y yo puedo corresponder a él sin miedo, sin dudas. Amar por amar y sentirte amado por ser tú mismo, por ser cómo eres; es fantástico, pero eso difícilmente lo hace un “nadie”, que te ama en proporción a lo que recibe de ti.

Ya he dicho al principio que todo depende del día e incluso del momento del día; ahora estoy satisfecha con lo que tengo, que no es poco, y me va bien así.

miércoles, noviembre 20, 2002


Ets la cosa bona
que fa que els arbres facin olor

jueves, noviembre 14, 2002

AVENTURA

En la tele, últimamente, han proliferado esos programas que nos deleitan con las fantásticas expectativas de los deportes de aventura. Parece ser que nadie que se precie puede haber sobrepasado los veinti-x sin haberse roto algún hueso saltando de un avión o sin haber tenido que estar conectado unos días a un pulmón artificial por haber tratado de remontar una catarata a nado.

Intenta acudir a la reunión post-verano de amigos sin haberte paseado por las rutas secretas del Tíbet o sin haberte lanzado por una tirolina de seda desde el K2 y sabrás lo que es sentirse solo.

Y, claro, como mi currículum deportivo y mi álbum de fotos no son precisamente para publicarlos en el guinness, estaba empezan-do a volverme huraña y antisocial, para evitar vergüenzas públi-cas. Pero un día mi vida cambió. Fui de compras con mis hijas. Adolescentes. Y sin oxígeno.

Me río yo de Pérez de Tudela y de los reporteros de guerra de la CNN. Já.

Una de mis hijas sabe perfectamente lo que quiere, lo tiene clarísimo, y eso está muy bien, es fantástico. Lástima que parece ser que los fabricantes no lo han previsto. La simple compra de unos pantalones ridiculiza las anécdotas de los exploradores de la Australia interior. Empiezo con mucha moral y vamos a ver en aquella tienda "que seguro que los tienen", pero no. Se parecen, son casi iguales, pero… no. Y vamos a otra tienda y a otra y a otra y a todas. "Esos no estaban mal, pero no sé...". Y todo eso, sin ni siquiera sacarlos de la percha.

Yo no soy una persona que se desespere fácilmente, o sea que nos vamos a la gran capital ("ahí, seguro"). Vamos a unos grandes almacenes, y la capacidad de síntesis de mi hija es asombrosa. Hay miles de pantalones, nunca hubieras podido ni siquiera imaginar que pudiera haber tantas marcas, tantos modelos, tantos colores, pero ella no necesita más de 3 segundos para pronunciar la palabra fatal: "No". Al principio, me obstino y digo que no lo ha mirado bien, que mira allí, que estás segura, que fíjate en aquel rincón... Misión imposible. No.

¿Os habéis emocionado alguna vez viendo una puesta de sol en el océano índico, bajo una palmera, con siluetas de delfines saltando en el horizonte y un buen amante susurrándoos cositas dulces a la oreja? Entonces sabréis lo que siento cuando mi hija dice “quiero esto”.

Mi otra hija es mucho más receptiva. Por decir algo. Le gusta todo. Pero, claro, todo no se lo puede llevar. Pues nada, eso tiene fácil arreglo: se coge algo, se prueba y se elige.

Si alguna vez en una tienda os parece ver un montón de ropa que anda solo, saludadle, seguramente seré yo, yendo hacia el probador. Pero me quejo de vicio, total sólo estoy unos 1.327 minutos esperando, cambiando el peso de mi cuerpo de una pierna a otra, aguantando miradas ultratraspasadoras e irradiando rictus de sonrisa hacia las dependientas que me apartan del medio con amables empujones.

Pero no todo es malo, nuestras incursiones en la moda de las nuevas temporadas tiene un aliciente cultural-social añadido; las cajeras, muy atentas, me dan la oportunidad de interrelacionarme con ellas practicando el lenguaje de los signos. Es un gesto muy amable por su parte, total, la música no está tan fuerte.

Creo que por las cadenas de ropa juveniles deben circular nuestras fotos, como las del empleado del mes, pero –digo yo- con otra leyenda.

viernes, noviembre 08, 2002

Relaciones

Sin duda alguna, las relaciones humanas son lo más difícil de esta vida. Malentendidos, malas interpretaciones, orgullos, egoísmos…. La última frase que has dicho puede haber herido profundamente a una persona. Y quizás sea una persona a la que quieres. Y quizás no te lo dirá. Y quizás nunca se aclare, o se aclare tarde. Y quizás pierdas a ese amigo, cuando hubiera sido tan fácil hablarlo a tiempo y os hubierais echado unas risas.

Y no hablemos ya de la relación de pareja. Bueno, sí, hablemos. Para mí, el principal handicap de tener novio/a es que, de alguna forma, dejas de ser tú mismo. Muchas cosas que hacías o decías resulta que “no le acaban de gustar” a tu pareja, o sea que te moderas, o te esfuerzas por ser más abierto, porque estás enamorado y estar enamorado consiste en una necesidad vital de complacer a la otra persona. Casi al precio que sea. No me creo a los que dicen “Ah, no. Yo soy así, si no le gusto… puerta”.

Decía Jaime Gil de Biedma que lo importante no es amar o dejar de amar, sino conservar la ilusión amorosa. Y ¿cuándo termina la ilusión amorosa? Creo que empieza cuando amas sin saber si eres correspondido y termina al cabo de… 7, 10, 21días? de haber empezado la relación. Lo otro es… no sé… pasión, libido… y lo que sigue costumbre, cariño…

Y sí. Estás con alguien, y le quieres, y te sientes bien, pero… ya no hay… eso. ¿Y si entonces aparece alguien que te renueva la ilusión? ¿Le haces daño –un terrible y profundo daño- a la persona que quieres o vives el resto de tus días con la amargura de no sentirte lleno y de pensar lo que habría podido ser?¿Y si eres tú el abandonado? Se supone que deberías desear que esa persona a la que quieres tanto sea feliz, aunque sea sin ti. Pero los sentimientos no son así de altruistas y ¿qué hay, de ti, de tus noches en vela, de ese dolor y esa soledad que te destripan?

También es curioso ver la tendencia de mucha gente a escoger mal. Muchos acaban siempre inmersos en relaciones destructivas. Y lo peor es ver cómo, a pesar de todo, intentan salvarlas, perdiendo incluso la dignidad. ¿Tan malo es estar solo?. Supongo que sólo es un problema de autoestima, como en todo. Dicen que para que te quieran, debes quererte tú primero. Pero también dicen que es imposible amar al que se quiere demasiado.

Término medio. Siempre el término medio. Pero en el amor, ese concepto no existe.

Decía Antonio Gala (a quien no sigo, porque no me gusta, dicho sea de paso) que la peor soledad es la del que está acompañado, porque a los que están solos aún les queda la esperanza.

martes, noviembre 05, 2002

M’agrada saber que hi ets,
com un cargolí d’aire que em fa pessigolles a l'orella.
Se m’esborrona el clatell i l’arracada dringa
Somric.